Lleno y vacio.
Por Jose M. Varela Ferrer
Washington DC, Noviembre 2007-11-15
Esta mañana sali apurado de casa, bajo lluvia y viento frio. No me quedo mas remedio que utilizar el metro, lo digo de forma despectiva, pues aunque es un medio de transporte fabuloso y puntual, el contenido que carga a esa hora del dia no es de lo mas agradable y confortable.
Como era de esperarse, al llegar el tren y abrir sus puertas ultramodernas, la carga que traia dentro era extremadamente pesada, es decir, venia atestado de personas dirigiendose a sus trabajos.
Entre como pude, un poco empujando, otro empujado por una señora blanca, que a gritos en ingles pedia colaboracion.
Una vez dentro y pegado a los viajeros, me dedique a observar a quienes me rodeaban, a modo de aceptar la realidad.
A mi derecha una musica escandalosa saliendo por audifonos gigantes pegados a las orejas de una viajera medio sorda, al frente un joven cargando sus tennis gigantes sobre sus hombros altivos, como si de un valioso trofeo se tratase, a mi derecha una señora luciendo un exagerado collar de fantasia, detras de mi, y sin poder verle la cara, la persona que habia entrado empujandome y reclamando a gritos un minimo espacio.
Esta escena me transporto por pocos minutos a la que hace muchos años atras tuve que enfrentar en La Habana, dentro de las guaguas sucias, destartaladas y malolientes. Sinembargo muy por encima de la peste y el sudor todos nos sabiamos parte de una misma causa de la cual no podiamos escapar.
Aqui en Washington DC, los viajeros, aunque pegados, hacian un gran esfuerzo por ignorarse unos a otros, buscando algun medio que les permitiera continuar viajando a su destino de forma individualista.
A la siguiente parada, y por ser un punto de transferencia a otras lineas del metro, al abrirse las puertas, miles abandonaron el vagon, dejando el espacio interior calmado, agradable y casi completamente vacio.
Y es aqui donde se encuentra la moraleja de esta pequeña historia.
La vida es como la ola marina, como el cachumbambe. Unas veces estamos llenos, otras vacios. Si no aceptamos esta realidad, nos veremos siempre envueltos dentro de las cosas pasajeras, las efimeras, las cambiantes sin poder sacar de ellas las lecciones que nos haran fuertes, en absoluto control de nuestras emociones, y con la sabiduaria que nos ayude a ser ganadores en medio de situaciones dificiles y complejas, asi como en las faciles y sencillas.